TRIBUS URBANAS Y AGRUPAMIENTOS JUVENILES IDENTITARIOS
La siguiente nota nos sirve para entender que son estos grupos adolescentes que tienen en común el gusto por algo. Y donde se refleja claramente los conceptos de identidad, de grupo y el de sentido de pertenencia.
Les dejo la siguiente nota publicada en el diario La Nación donde a partir de una investigación escribieron un informe sobre estos grupos que se juntan a partir de un gusto, una identidad en común, las denominadas y más conocidas hoy ¨tribus urbanas¨.
Tribus urbanas, lugares de pertenencia
Cada vez son más los adolescentes que se suman a alguno de estos grupos
y adoptan el look y el lenguaje de sus referentes
Mariana Sandoval (flogger), Yasmín Nazer (rastafari) y Aaromm Cabrera
(flogger). Foto: Gustavo Cherro
Unos eligen el negro y otros, los colores. Algunos
sólo buscan pasar inadvertidos y otros, ser vistos por millones. Están los que
aman el deporte y los que no corren ni el colectivo, los que parecen felices
por elección y los que se confiesan tristes practicantes. Lo cierto es que casi
todos, sean floggers , emos, raperos, cumbieros, visual kei , gothic lolitas, antiemos, fox , góticos y antifloggers eligen el Abasto o la plaza del palacio Pizzurno como lugar de culto.
Cada vez son más los jóvenes que adoptan alguna de
las llamadas tribus urbanas como grupo de pertenencia. Los especialistas
estiman que entre el 20 y el 30% de los adolescentes se identifican hoy con
alguna. "No podemos decir que toda la juventud esté tribalizada. Pero, a
pesar de que son grupos pequeños, tienen una importante significación en la
medida en que producen visibilidad e instalan modas, formas comunicativas y
tendencias", explica Marcelo Urresti, sociólogo de la Facultad de Ciencias
Sociales de la UBA, que desde hace tres años dirige una investigación acerca de
las nuevas tribus.
Agustina Vivero es un claro ejemplo. Tiene 17 años
y en su fotolog se hace llamar Cumbio. Cuando "postea" una foto la
gente se agolpa para comentarla. En un año y medio, su sitio fue visitado por
11 millones de usuarios y Nike la eligió para ser la cara de su campaña. Hoy
organiza fiestas y sus amigos les cobran unos 600 pesos a los boliches sólo
para estar.
Pero también están aquellos que prefieren el bajo
perfil y que se alejan de cualquier estereotipo de violencia. Como Eva Sánchez,
de 16 años, que vive en Pilar y hace un año se convirtió engothic lolita.
"Emulamos el estilo victoriano, con vestidos de encaje que se usan sobre
un traje negro y con maquillaje gótico", contó a LA NACION, sentada frente
al palacio Pizzurno. Esta tribu, de origen japonés -una de las últimas que
llegaron al país-, se compone sólo por mujeres. Su actividad favorita es tomar el
té en una plaza. "Todos tenemos una parte impura. Nosotras la
caracterizamos vistiéndonos como chicas inocentes, para enfatizar que en
realidad nadie lo es", sintetiza Eva.
Los emos son esos chicos de negro que se maquillan
con fucsia y se tapan un ojo con el flequillo; los floggers combinan
glamour con pantalones "chupines" y lentes de sol. Sin embargo, la
identidad de tribu va más allá de la imagen.
"Hay cuatro pilares que sustentan la identidad
de una tribu: una estética, el estilo de música, los lugares frecuentados y un
lenguaje; eso, sobre la base de una ideología en común, que aunque muchas veces
se enmascare como falta de ideología, siempre está allí, subyacente, ya que la
no ideología es una ideología", apunta María José Hooft, responsable de la
cátedra Subculturas Juveniles del Instituto Bíblico Río de la Plata, que acaba
de publicar el libro Tribus urbanas , dirigido a líderes de iglesias, docentes y padres. Intenta evitar el
"horror" que sienten los adultos cuando se enfrentan a un adolescente
"tribalizado".
Algunas de las tribus son movimientos netamente
locales. Tal es el caso de los floggers y los rolingas. "En todo el mundo hay seguidores de los Rolling
Stones. En otras partes son Stones, pero acá además están los rolingas, que
combinan su gusto por los Rolling con un fanatismo por bandas como Viejas Locas
o expresiones del llamado rock chabón", explica Hooft. "También nos
gustan Callejeros y La 25", acota Jonathan Mazzeo, de 15 años,
"rolinga de alma", que tiene su propia banda de rock barrial.
Aaromm Cabrera (así pidió que se lo identificara)
tiene 19 años y se inscribe entre los pioneros del movimiento flogger . "Hace
un año y medio, Cumbio nos convocó a un grupo de amigos al Abasto porque venía
un chico de Rosario. Nos juntamos un miércoles y éramos 30; a la semana nos
volvimos a juntar y ya éramos 200, y al miércoles siguiente, casi 1000. Hoy, el
Abasto es la iglesia flogger ... vamos todos los domingos", cuenta.
Mariana Sandoval, de 20 años, no se pierde un
encuentro, aunque considera que el espíritu de tribu se fue perdiendo con la
masividad. "Antes entraban a ver tus fotos. Ahora, es cuestión de firmar
para ser popular", cuenta.
Yasmín Nazer tiene 19 años y es rastafari. "La
gente nos identifica como los «drogones». En mi casa les costó aceptarlo. Pero
bueno, después lo aceptaron. Yo, por ejemplo, decidí no fumar y todos me
respetan. Somos una tribu muy abierta", cuenta.
Para Rodrigo Rojas Gacitúa, de 18 años, las cosas
no fueron sencillas. Sobre todo, cuando vivía en Baradero y se convirtió en el
primer gótico. "Mi papá no me entendía. Decía que era gay, que andaba en
la macumba. Un día vi un documental y me sentí identificado... me dije «eso soy
yo»", cuenta. Tiene media cabeza rapada y una melena. "Desde entonces
vivo vestido así, yo soy así. A la gente no le gusta. Nosotros nos vestimos
como los personajes de sus peores pesadillas, pero tenemos la valentía de
mostrar esa cara de la sociedad", sostiene.
SÓLO
APARIENCIAS...
Las fronteras entre tribus no son rígidas. De
hecho, si uno aborda a algún adolescente tribalizado, no debe dejarse guiar por
las apariencias.
Matías Laurel, de 22 años; Darío Pelozo, de 20, y
Gabriel González, 16, explican por qué. "Nosotros hacemos hip-hop, pero
cada vez es más difícil ponernos ropa que nos distinga, porque los cumbieros
nos copian desde las zapatillas hasta las marcas de la ropa", dice Darío.
Matías optó por coserse su propia ropa.
Nicolás González, de 15 años, es un emo
"recuperado": un fox . "Antes era emo. Me había hecho por problemas personales. En la
primaria nadie me hablaba, hasta que me hice emo y encontré amigos",
aclara. Fox es otra tribu surgida como una "cruzada" en defensa de los
emos, que en todo el mundo son atacados por otras tribus, entre ellas, las de
cumbieros, floggers ,punks o metaleros.
"Los que nos atacan no son las tribus sino las
personas. Nos burlan, nos estigmatizan como seres tristes. Cuando subo al tren
la gente se aleja de mí porque piensa que soy peligroso... es ridículo",
dice Ezequiel Cavanesi, de 18 años, que es emo, cursa el CBC y quiere ser
pediatra.
Florencia García es su novia, también emo. Le da un
beso e imita al personaje del actor Diego Capusotto que encarna a un
representante de esa tribu. Después, cuenta que su mamá "lo adora" a
Ezequiel, y se le escapan dos lágrimas del ojo izquierdo. "Se puede ser
emo y ser feliz", remata. .
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