INDUSTRIA CULTURAL: PRODUCCIÓN Y CONSUMO
En sus reflexiones sobre cómo se produce, circula, se convierte en "bienes" y se consumen los bienes simbólicos, Martín Barbero -en su libro Oficio de Cartógrafo-, plantea que se trata de pensar la hegemonía comunicacional del mercado en la sociedad. Y habla de temas muy contemporáneos: se refiere a pensar la comunicación como "el más eficaz motor del desenganche e inserción de las culturas -étnicas, nacionales o locales- en el espacio/tiempo del mercado y las tecnologías globales". Y es que el lugar de la cultura en la sociedad cambia con la mediación tecnológica. Ya no se trata de instrumentos que pueden usarse para comunicarse: hoy la tecnología se refiere a nuevos modos de percepción y de lenguaje, que generan nuevas sensibilidades, nuevas escrituras... Es decir que la división entre "canal" y "contenido" ya no está ta vigente: volvemos a Mc Luhan: el medio es el mensaje... y el mensaje es el medio, en un espiral donde todo se modifica rápidamente.
Martín-Barbero retoma algunos conceptos que trabajó a lo largo de los años, como el de DESCANCLAJE, que se refiere al "problema" y quiebre que plantea la modernidad con respecto a una identidad, una pertenencia a un lugar, como categorías absolutas, cerradas y sin fisuras. La tecnología lleva esto a su máxima expresión, porque DESLOCALIZA los saberes, es decir que modifica y flexibiliza los espacios rígidos tradicionales de los lugares de saber (un especialista, la universidad, lo académico, etc.) y produce un borrado de fronteras entre "razón e imaginación, saber e información, naturaleza y artificio, arte y ciencia, saber experto y experiencia profana". Entonces el análisis de estos fenómenos se complica y se densifica (en el sentido de la descripción densa, y podríamos decir, análisis denso).
El cambio fundamental
¿Qué es lo que pasa con la comunicación y los bienes simbólico-culturales en tiempos de "la revolución tecnológica"? Que aparece un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos -que forman la trama de lo cultural- y las maneras en las que los bienes y servicios son distribuidos. En palabras del autor, "El nuevo modo de producir, inextricablemente asociado a un nuevo modo de comunicar, convierte al conocimiento en una fuerza productiva directa". Y justamente, ese conocimiento, el trabajo intelectual que nos distingue como raza -es decir, nuestra capacidad de producir símbolos, tal como comentamos antes- se convierte en fuerza productiva. Y esto cambia profundamente las relaciones entre cultura y comunicación, al menos como las conocíamos hasta ahora. Algunas categorías anterior pueden servir como punto de partida para empezar a comprender qué sucede, pero estamos en la prehistoria de toda esta revolución y aún tendrá que pasar un tiempo antes de entender sus consecuencias (positivas y negativas, claro).
Martín Barbero plantea algunas reflexiones globales que pueden ayudar a enmarcar la cuestión: en la llamada sociedad de la información la materia prima más cara es el conocimiento, y además todo tipo de desarrollo -económico, social y político- está ligado a la innovación (que entiende como "el nuevo nombre de la creatividad y la creación humanas").
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