lunes, 29 de agosto de 2016

Clase del 30 de agosto


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Producción cultural, consumo cultural e industrias culturales.

La Escuela de Frankfurt aportó una mirada critica acerca del dispositivo cultural y, en particular, del rol de los medios de comunicación masivos (cine, periódicos, radio y televisión) como instrumentos.
A medida que los medios comenzaron a extenderse, los objetos culturales de arte, el ballet, la música denominada culta, la literatura calificada, llegaron a la gente a través de formatos masivos: reproducciones, folletines, envases económicos que hacían que el arte fuera más accesible al consumo de todos.
Desde que se conformó lo que se conoce como la sociedad de masas (un conjunto de personas consumistas de distintos productos que el el mercado produce) podemos encontrarnos con un mercado que produce mercancías, con el objetivo de convertir cada producción en consumo.
Pero nos referimos a industria cultural a toda producción de bienes culturales de manera masiva, en serie. No importa la calidad sino la cantidad de productos culturales para ser consumidos.

Las industrias culturales, el mercado y la tecnología

Jesús Martín-Barbero es un antropólogo y filósofo que estudia y reflexiona sobre la cultura y la comunicación, desde una mirada latinoamericana, integrando la realidad del mercado y como se consumen los “bienes culturales”. Es interesante que haya autores que mantengan la mirada sobre como funcionan estas cosas en una situación de mercado, ya que es una realidad que en ocasiones se pierde de vista y la forma de tratar los bienes culturales se vuelve un poco folklórica.
En sus reflexiones sobre cómo se produce, circula, se convierte en “bienes” y se consumen los bienes simbólicos, Martin-Barbero platea que se trata de pensar la HEGEMONÍA COMUNICACIONAL del mercado en la sociedad. Y habla de temas muy contemporáneos: se refiere a pensar la comunicación como “el más eficaz motor del desenganche e inserción de las culturas en el espacio/tiempo del mercado y las tecnologías globales”. Y es que el lugar de la cultura en la sociedad cambia con la mediación tecnológica. Ya no se trata de instrumentos que pueden usarse para comunicarse: hoy la tecnología se refiere a nuevos modos de percepción y de lenguaje, que generan nuevas sensibilidades, nuevas escrituras.
Martín-Barbero retoma algunos conceptos que trabajó a lo largo de los años, como el desanclaje, que se refiere al “problema”y quiebre que plantea la modernidad con respecto a una identidad, una pertenencia a un lugar, como categorías absolutas, cerradas y sin fisuras.

El cambio fundamental

¿Qué es lo que pasa con la comunicación y los bienes simbólico-culturales en tiempos de “la revolución tecnológica”? Que aparece un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos y las maneras en las que los bienes y servicios son distribuidos. Algunas categorías anteriores pueden servir como punto de partida para comenzar a comprender qué sucede, pero estamos en la prehistoria de toda esta revolución y aún tendrá que pasar un tiempo antes de entender sus consecuencias (positivas y negativas, claro).
Martín Barbero plantea algunas reflexiones globales que pueden ayudar a enmarcar la cuestión: en la llamada “sociedad de la información”la materia prima más cara es el conocimiento, y además todo tipo de desarrollo -económico, social y político- está ligado a la innovación.


¿Y entonces?

El gran problema del acceso a los bienes culturales -que aparecía ya en la época de los medios tradicionales (radio, cine, televisión), los libros, revistas y periódicos en papel, que si bien popularizaron “la cultura” no lo hicieron de manera homogénea ni equitativa- se complejiza notablemente. Ya no sólo se trata de poder utilizar las tecnologías como medio o canal, o de quién sean los dueños de los medios y generen contenido desde su punto de vista... Los usos y transformaciones cognitivas y simbólicas de esta nueva sociedad nos incluye y modifica, tengamos total acceso a ella o no.
Este nuevo panorama abre más preguntas que respuestas en el tema de las industrias culturales actuales. Sobre todo si pensamos, además de los grandes cambios a nivel cognitivo y simbólico, en los temas económicos, de derechos, de intereses que también aparecen. ¿Tenemos que seguir pagando por la música o se tiene que compartir gratias? ¿Qué pasa con los derechos de autor en sentido tradicional? ¿Y por qué las personas crean contenidos -ya sean música, diseños para Wordpress, resúmenes para exámenes, aplicaciones para celulares, libros- de descarga gratuita? Podría pensarse -siguiendo estrictamente los derechos de autor que aparecen en la ley de la mayoría de los países- que los tweets son “ilegales” porque reproducen -o al menos difunden- contenidos sin autorización previa.
Está claro que hay que repensar los derechos, el binomio “legal/ilegal” en este contexto. Seguramente llevará un largo tiempo, sobre todo para las grandes industrias que gestionan contenidos culturales y no están dispuestas a ceder los privilegios que tuvieron durante mucho tiempo. En este sentido, las licencias de Creative Commons son un primer paso que empieza a modificar las rígidas estructuras del pasado, pero aún falta mucho camino por recorrer.


ACTIVIDAD DE LECTURA COMPRENSIVA Y REFLEXIVA

Leer el texto y responder a las siguientes preguntas


¿Qué son los bienes culturales?

¿Por qué dice el texto que el lugar de la cultura cambia con la mediación tecnológica?

¿Qué es lo que se plantea en el texto?

Explique que entiende por el concepto de Industria cultural







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