Producción cultural, consumo cultural e industrias culturales.
La
Escuela de Frankfurt aportó una mirada critica acerca del
dispositivo cultural y, en particular, del rol de los medios de
comunicación masivos (cine, periódicos, radio y televisión) como
instrumentos.
A
medida que los medios comenzaron a extenderse, los objetos culturales
de arte, el ballet, la música denominada culta, la literatura
calificada, llegaron a la gente a través de formatos masivos:
reproducciones, folletines, envases económicos que hacían que el
arte fuera más accesible al consumo de todos.
Desde
que se conformó lo que se conoce como la sociedad de masas (un
conjunto de personas consumistas de distintos productos que el el
mercado produce) podemos encontrarnos con un mercado que produce
mercancías, con el objetivo de convertir cada producción en
consumo.
Pero
nos
referimos a industria
cultural a toda producción de bienes culturales de
manera masiva, en
serie. No
importa la calidad sino la cantidad de productos culturales para ser
consumidos.
Las
industrias culturales, el mercado y la tecnología
Jesús
Martín-Barbero es un antropólogo y filósofo que estudia y
reflexiona sobre la cultura y la comunicación, desde una mirada
latinoamericana, integrando la realidad del mercado y como se
consumen los “bienes culturales”. Es interesante que haya autores
que mantengan la mirada sobre como funcionan estas cosas en una
situación de mercado, ya que es una realidad que en ocasiones se
pierde de vista y la forma de tratar los bienes culturales se vuelve
un poco folklórica.
En
sus reflexiones sobre cómo se produce, circula, se convierte en
“bienes” y se consumen los bienes simbólicos, Martin-Barbero
platea que se trata de pensar la HEGEMONÍA COMUNICACIONAL del
mercado en la sociedad. Y habla de temas muy contemporáneos: se
refiere a pensar la comunicación como “el más eficaz motor del
desenganche e inserción de las culturas en el espacio/tiempo del
mercado y las tecnologías globales”. Y es que el lugar de la
cultura en la sociedad cambia con la mediación tecnológica. Ya no
se trata de instrumentos que pueden usarse para comunicarse: hoy la
tecnología se refiere a nuevos modos de percepción y de lenguaje,
que generan nuevas sensibilidades, nuevas escrituras.
Martín-Barbero
retoma algunos conceptos que trabajó a lo largo de los años, como
el desanclaje, que se refiere al “problema”y quiebre que plantea
la modernidad con respecto a una identidad, una pertenencia a un
lugar, como categorías absolutas, cerradas y sin fisuras.
El cambio fundamental
¿Qué
es lo que pasa con la comunicación y los bienes simbólico-culturales
en tiempos de “la revolución tecnológica”? Que aparece un nuevo
modo de relación entre los procesos simbólicos y las maneras en las
que los bienes y servicios son distribuidos. Algunas
categorías anteriores pueden servir como punto de partida para
comenzar a comprender qué sucede, pero estamos en la prehistoria de
toda esta revolución y aún tendrá que pasar un tiempo antes de
entender sus consecuencias (positivas y negativas, claro).
Martín
Barbero plantea algunas reflexiones globales que pueden ayudar a
enmarcar la cuestión: en la llamada “sociedad de la información”la
materia prima más cara es el conocimiento, y además todo tipo de
desarrollo -económico, social y político- está ligado a la
innovación.
¿Y entonces?
El
gran problema del acceso a los bienes culturales -que aparecía ya en
la época de los medios tradicionales (radio, cine, televisión), los
libros, revistas y periódicos en papel, que si bien popularizaron
“la cultura” no lo hicieron de manera homogénea ni equitativa-
se complejiza notablemente. Ya no sólo se trata de poder utilizar
las tecnologías como medio o canal, o de quién sean los dueños de
los medios y generen contenido desde su punto de vista... Los usos y
transformaciones cognitivas y simbólicas de esta nueva sociedad nos
incluye y modifica, tengamos total acceso a ella o no.
Este
nuevo panorama abre más preguntas que respuestas en el tema de las
industrias culturales actuales. Sobre todo si pensamos, además de
los grandes cambios a nivel cognitivo y simbólico, en los temas
económicos, de derechos, de intereses que también aparecen.
¿Tenemos que seguir pagando por la música o se tiene que compartir
gratias? ¿Qué pasa con los derechos de autor en sentido
tradicional? ¿Y por qué las personas crean contenidos -ya sean
música, diseños para Wordpress, resúmenes para exámenes,
aplicaciones para celulares, libros- de descarga gratuita? Podría
pensarse -siguiendo estrictamente los derechos de autor que aparecen
en la ley de la mayoría de los países- que los tweets son
“ilegales” porque reproducen -o al menos difunden- contenidos sin
autorización previa.
Está
claro que hay que repensar los derechos, el binomio “legal/ilegal”
en este contexto. Seguramente llevará un largo tiempo, sobre todo
para las grandes industrias que gestionan contenidos culturales y no
están dispuestas a ceder los privilegios que tuvieron durante mucho
tiempo. En este sentido, las licencias de Creative Commons son un
primer paso que empieza a modificar las rígidas estructuras del
pasado, pero aún falta mucho camino por recorrer.
ACTIVIDAD DE LECTURA COMPRENSIVA Y REFLEXIVA
Leer el texto y responder a las siguientes preguntas
¿Qué
son los bienes culturales?
¿Por
qué dice el texto que el lugar de la cultura cambia con la mediación
tecnológica?
¿Qué
es lo que se plantea en el texto?
Explique que entiende por el concepto de Industria cultural
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